Pintor, escultor y poeta visual. Es Gustavo Fernández Alonso, un creativo artesano multidisciplinar. En su trabajo creativo se conjugan diversas facetas de su biografía, con un resultado final íntimamente ligado a sus otras facetas de filósofo existencial, poeta y “performan”.
Mantiene una actitud creativa que busca la ampliación y enriquecimiento de la experiencia plástica a partir de una reposada meditación.
PUNTADAS Y HUECOS
Puntadas que aún quedan por dar
como letras omitidas al azar,
borrones de tinta malévola
mixturándose en huecos revoltosos.
Letras, que van formando palabras y éstas, frases traerán…
Arribaran a orillas turbulentas y de andares erráticos
bátense chabacanas y explotan
convirtiéndose en espuma efímera,
camino a la nada…
Formas inciertas traerán los alisios,
en un ir y venir a veces estrambótico.
Frases, que abordaran plácidas a ínsulas desparramadas y lejanas.
Abrirán brechas con intención desgarrada,
cojen sitio y rellenan huecos de tibia ansiedad.
Rol de conducta indecente y transgresora,
volumen obsceno y tridimensional.
Utopía y necesidad vital….
El otro día, atendiendo un mandato divino, emprendí una peregrinación personal y sublime a “La Llana”, en Güelles.
Recalé por Fierros con el frescor húmedo que trajo el tren de la mañana, con el firme propósito de revivir senderos, lugares y recuerdos.
Pues bien, allí estaba yo ajustándome la cremallera de la cazadora y las correas de la pequeña mochila a la vez que miraba alrededor. La primera sensación fue de profunda soledad, parecía no haber ni un alma, todo vacio. Solo el sonido nítido y alegre del agua del río, agua limpia y apresurada.
Me pongo en marcha hacia “Las Puentes”, hay poco tráfico, cosa que se agradece. Van asomándose las casas aún dormidas, los rincones olvidados y algunos que rápidamente se vuelven a plasmar en mi mente al amparo del recuerdo. El viejo puente metálico que unía con las antiguas escuelas, y ahora mira desde la orilla pasar el gorgoteo del río. Enfrente un remanso de hierba húmeda y algún que otro árbol que lucha por medrar, flanqueado todo por el soberbio muro de piedra gris que allá arriba, sujeta las vías del tren.
En “Las Puentes” sufro un ataque repentino de anécdotas que interpreto con increíble claridad en mi mente. Momentos fugaces que ahí estaban escondidos, latentes. Escenifico fugazmente la escena en la estamos en el río con cuatro o cinco años afilando el “pizarrín”, con el que aprendimos las primeras letras y las reglas básicas en la escuela de la señorita Angelina, que cuando hacia buen tiempo, nos daba clase al aire libre, sentados en las piedras con la pizarra sobre las rodillas llenas de postillas y el pizarrín recién afilado en esa mano inquieta, azarosa y zurda. Que persona más abnegada y cariñosa era Dª Angelina.
Allí, debajo del puente sigue juntándose este rio de aguas cantarinas y frías del Pajares con las otras que vienen gallasperas de la parte de Parana. El paciente puente de traviesas y el pozo donde nos bañábamos felices y al que siempre queríamos volver.
Asomo a la carretera camino de Gëlles. A medida que voy subiendo la perspectiva se va abriendo y mi mente se relaja ya de tantos e intensos recuerdos para mirar abrumado la sinfonía de verdes, ocres, tostados, amarillos y bermellones. Gran mixtura de profundidad y primeros planos salpicados de mil tonos cromáticos otoñales. La emoción es gradual y proporcional al ascenso. Momentos paisajísticos mágicos y sobrecogedores. Muéstrense las montañas bellas, enigmáticas y duras, con porte majestuoso.
Mientras, un tren asoma por el túnel hacia las rampas del Pajares. Ya dio la vuelta a Fierros, que ahora aparece en la lejanía entre la bruma matinal. Enfrente Fresneo, guapo, cuidado y como arañado por las líneas de alta tensión.
Un poco mas arriba esta el fontan donde tantas veces bebí con glotonería agua fresca y pura. parece que hace ya mucho tiempo que no fluye por allí, pero ahí sigue él, pétreo, atento al zumbido de las abejas que tiene por vecinas.
El trecho que queda hasta “La Llana” es un sendero empinado y fatigoso, hasta asomar a los prados de alrededor. Vense “pacios” de hace poco. Quizás Armando tuvo por aquí las vacas. ”La Llana” tiene la portilla abierta con el fin de que las vacas pasten con su parsimonia libremente. Dudo unos instantes al entrar, mazazos de recuerdos intimos y familiares se instalan en mi mente. Me repongo poco a poco mientras paseo por el interior. Pongo un poco de música clásica y me siento mirando de frente los tres cerezos y recuerdo….y me emociono… Asi estuve un ratín placido, mirando la inmensidad de las montañas, sintiéndome pequeño.
Emprendo camino hacia Güelles, que se asoma a la vuelta del recodo por el que tantas veces pase galopando. Allí esta, guapo, luminoso, verde, se ve cuidado y orgulloso. Y mientras, voy penetrando en el a la vez que me asaltan otra vez los recuerdos y las momentos felices que allí viví.
Queridos lectores todos. El último paso obligatorio y previo al sublime gozo de contemplar una obra expuesta, es el montaje. Es éste un proceso que requiere toda la atención y una buena planificación.
Diré, que esta obra tiene una dimensiones importantes, 3.00 mts x 1.80 mts. La estructura esta compuesta de cinco partes, que ensambladas entre si dan como resultado la obra final. Para lograr esto hay varios ingredientes básicos. A saber, primero asegurarse que todas las partes están correctamente embaladas. Segundo, asegurar el transporte al sitio en cuestión. Tercero, lograr engañar a alguien para que me ayude en el montaje. Por último, y no por ello menos importante, conseguir un buen reportaje fotográfico del proceso.
El primer ingrediente quizá sea el más fácil, ya que con el tiempo me he vuelto muy cuidadoso en este sentido.
Para el segundo ingrediente se necesita un vehículo espacioso. Recurro a mi amigo Eugeni Gaudí, que desinteresadamente me presta su furgoneta Pick-Up. Es un sol.
El tercer punto varía dependiendo de las circunstancias del momento. En esta ocasión las victimas fueron Juan y Ana o Ana y Juan, según se mire. Son ambos personas poseedoras de un encanto abrumador, que consintieron dedicar un “ratin” de sus vacaciones a este menester. Creo que disfrutaron.
El peso de la responsabilidad fotográfica lo asumió con valentía Judith Alonso, una joven artista y creativa multidisciplinar, con una visión instantánea perspicaz y apasionada de buenas luces.
Pues bien, mezclamos todos estos ingredientes frescos, aderezados con una pizca de pimienta espolvoreada por el “Sr. Murphy” ya de buena mañana. Añadimos unos granos de sal, sutil y escandalosamente sabrosa que aportaron Jose y su hermano, jefes del D’iari. Mezclamos todo como posesos hasta que pasaban ya algunos minutos de las tres de la tarde, fue entonces cuando pudimos extasiarnos en la contemplación sublime y fugaz de la obra conclusa. Y yo elevado ya espiritualmente y mixturándome en ella doy gracias a todos los ingredientes feliz, satisfecho y gozoso.
PD. Podeis tambien vosotros gozar de tan magno evento, en el reportaje de fotos situado en la galería de imágenes a la izquierda. Salud.
El estudio del artista es tambien un taller de creación, el "Sancta Sanctorum" donde se da rienda suelta a la creación en si, sin tapujos ni atadura alguna
Utilizar “objects trouvés” como parte del lenguaje creativo no es un concepto baladí.
Se impone como objetivo convertir los materiales encontrados; porque otros los han rechazado ya, en elementos que sirvan y actúen con voluntad de transmutación del soporte en signo.
De este modo las formas, emergen de un montaje de retales de tablas ensambladas o trozos de arpillera, combinando diferentes tamaños y composiciones.
No se ocultan los perfiles irregulares, si no que se potencian éstos elementos como factores configuradores de un léxico común.
En la determinación de dicho léxico actúa además, el proceso de ejecución pictórica, dotada de similar sentido signico que la materia soporte.
Es a partir de esta combinación, cuando surge la posibilidad de crear imaginarios.
cosiendo diferentes piezas se forma el lienzo final, con unas
dimensiones y diseño preestablecidos en el proyecto inicial.
Este lienzo se monta sobre un bastidor construido a medida
con listón de pino de 28 x 44mm., formando al final, una
estructura sólida y estable. Se somete el conjunto, a un
proceso pictórico basado en colas de origen animal, pigmentos
minerales y diferentes tipos de cuerdas, dando como resultado
unas obras en las que se pone de manifiesto; a través de
símbolos, materiales, texturas, técnicas y colores, mi relación
con el mundo, la materia, lo divino y lo humano.
Hasta aquí una somera descripción técnica del tema; no obstante, al valorar los sacos de arpillera como materia prima de expresión potente y figura ajada, sacude mi mente el recuerdo último de su devenir por todos los océanos y continentes. Presos en una corriente dinámica, cruel y angustiosa, incluso pasaran por su panza henchida vidas fugitivas.
También quedo tiempo para el sosiego, el orgullo y el deber bien cumplido. Se muestra ahora altiva y orgullosa la arpillera transmutada en lienzo, rezumando hilaridad cínica y lúcese extendida más libre, más feliz…