Las palabrejas que se usan mucho, se desgastan el doble de rápido . Te cansas de oirlas: talante, solidaridaz, neng, veintidós, pluralidad, patatim, patatam. Y un buen día, da la sensación que se vacían de contenido.
Se dice que si usáramos a troke y moche las palabrotas que duelen tanto, al final acabarían pasando de ser ofensivas y dolorosas, a simples zumbidos de fondo sin peso y sin trascendencia. El resultado de tal experimento, podría ser el rebajar las tensiones, pero lo más seguro es que nos viéramos obligados a volver a estrujarnos el seso para generar nuevos y diabólicos tacos para suplir a los consumidos y descafeinados.
NO vale la pena tal sacrificio, aunque soltar de vez en cuando neologismos con la esperanza de que sobrevivan, entretiene y mola mazo. Ahí va una de esas palabrejas:
MUCHICULTURALIDAD
¿Y qué significa?... ¡Pos qué sé chó!
Todo el mundo anda excedido en bisutería últimamente. Ellas las que más.
De fondo en toda Administración se oye un rumor, un tintineo extraño. La banda sonora. Son ellas. Es el “son” de las pulseritas y los collarcitos, tilileando cuando chocan y chocan entre sí, entre polvo sacado, y mocho pasado. Sólo falta al Fary soltando lo de “Mi carrooooo, me lo robaaarooon.....”
Hay amuletos imprescindibles en toda limpiadora, y en este campo fetichista, no falta la muestra.
Y como son devotas creyentes o eso creen, el principal de ellos, es la Cruz al cuello. Más modestamente escondido y acompañando su relicario, encontraríamos alguna estampita de un santo beatificado, una virgen inmaculada o un “kristu del Gran Doló” en su monedero de 3 kilos de peso. Eso sí, al lado, cual custodios, una foto del marío y los churumbeles. Con sobrepeso todos.
El instrumento base de su identificación como currantes, ni tan siquiera suele ser el azulado uniforme de campaña que las caracterizaba en el pasao, sino el mocho que siempre llevan a cuestas. Lo vayan a usar, o no, en todo el día. Siempre aparece arramblando a ellas. Cual adosado.
De ahí que también se las conozca como “las Mocho”, y el chiste chungo que se suele escuchar es ese de:
- Pepaaaaa, ¿a qué hora pasan a limpiar en la oficina?
- A las “mocho” en punto.