A la espera de contenido, saludiños para todos
Aún con la resaka de las Navidades, los Reyes Magos ganados por goleada ante la ofensiva seudoYanki del Gordo ese de PapaNoel, pero con las alforjas de sus camellos bien aligeradas de regalos, estamos en predisposición de leer un par de asuntillos sobre estos maravillosos burócratas funsionariles.
El desayuno constituye uno de los platos fuertes de las actividades de todo burócrata bien remunerado. La propensión hacia el sedentarismo y una alimentación a veces insana, provoca bajas importantes en nuestras filas. Observemos los especímenes burocráticos, cómo se comportan ante el albal y otros alimentos proteínicos.
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INDICE FUNSIVIDA BUROCRÁTICA |
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DESAYUNO FUNSICHARLA |
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FUNSILUNES |
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TUFOBUROCRÁTICO |
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REVIENTATIEMPO |
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MANDAMIENTOS FÚ |
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DESAYUNOS FÚ |
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DESAYUNOS FUNSIONARILES I | |
DESAYUNOS FUNSIONARILES II | |
DESAYUNOS FUNSIONARILES III | |
FUNSIORGULL |
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BURÓCRATAS |
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FUNSIMODELO |
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... Y MUY PRONTO, |
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El funsionario tiene que sobrevivir en las dependencias Administrativas un montonazo de horas seguidas. Se necesita tener aguante. Pero como de héroes poquitos en lo Público, tenemos que alimentarnos. Efectuar nuestros continuos kit-kats.
El cafetito, la parada del bollo, el toma y daca con esos caramelitos de la Juani, etc.
Ahora bien, el momento cumbre de este festival alimenticio, le corresponde al Desayuno. Esos treinta minutitos, donde ponemos a prueba nuestros estómagos, para continuar adelante nuestro spring en pos de las grasas y la gordura en la vejez.
Veamos como se comportan estos funsionarios en este acto de fe.
BON PROFIT!!!
El desayuno del funsionariado constituye uno de los actos sagrados en el devenir ampuloso de su jornada laboral. Trataremos de identificar a los sujetos de hecho de esta actividad vital en la Administración.
El caso más marginoso lo perfila el llamado “funcionario albal”. Este suele ser un burócrata, vestidito con ropajes de los setenta del siglo pasado (no se renueva ni que se le rasguen las vestimentas), que “viu ca la mare” (que vive con su madre, vamos), y suele en lo personal resultar ser un pelín reservado, tímido, apagado, gris entre los grises.
También se le llama el “embalsamao”, por su tez blanca, de colorao que no ha ido nunca a la playa ni jarto vino, y por su cuerpo enjuto y seco. Suelen ser altos, espigados, con poco fuelle. Les falta chicha. Por eso su energía suele ser mínima, y se mueven acompasadamente, con movimientos lentorros. Son el reflejo del paso del tiempo apelmazado y quieto dentro del mundo funsionaril.
Esta peña, que son más de los que nos pensamos, suelen ir “solos” a desayunar, y no salen fuera del edificio laboral. Van al “zulo del Ayuntamiento”, que suele ser una especie de salita con mesas y sillas de la época del franquito, con máquinas expendedoras lustrosamente plantificadas y con la única iluminación de techo de unos fluorescentes, de los que dos o tres, titilan siempre: se apagan, se encienden, se apagan, se encienden, se … y así hasta que pierdes la puta chaveta. Pero ellos no la pierden nunca. Nunca. De ahí que regresen una y otra vez…
Llegados a su refugio, se plantan en una mesa desgastada por el tiempo, se sientan con un parsimoniosidad que alteraría al más tranquilo de los mortales, saludan con un gesto cuasiimperceptible a otro u otros marginales por ahí arrinconados, y sacan su bocata de mediabarra “de la mama” envuelta en albal.
De ahí lo de “funcionarios albal” o “Funsialbales”. El resto de la escena es tan patético como cierto. Se meterán entre pecho y espalda la mediabarra de pan , porque lo que es el condimento interno será mínimo, testimonial, y con la masa de migas aún intentando apelmazarse para caer desde el cuello para llegar al estómago, se levantarán, con alguna miguita en la comisura de la boca colgando sin que sean conscientes, y recogerán el albal, lo tirarán a la papelera (el colmo del kutriferio, son aquellos, que pliegan el albal y lo reutilizan varias veces. Pa los siguientes bocadillos. ¡Ojo! Estos tipos existen. Los hay, y que conste), y sin beber nada (porque lo de las máquinas expendedoras, para ellos es como atrezzo, es decoración habitacional. No son conscientes de su utilidad para proporcionar líquidos reactivos pal cuerpo), se volverán por donde vinieron, regresando a su cubículo funsionaril, en silencio, con paso apausau.
Y asín todos los días. Sólo de pensarlo me dan ganas de pillar la katana y acabar con todo ese tormento de mezquindad. De Liberarles.
Fin de la historia.
(continuará)
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El otro caso particular lo configuran los desayunos de los jefazos.
Entre ellos encontramos a los jefes “pastalarga” que son los que diariamente se reunen con los de su condición fuera del ambiente administrativo, y se foten unos desayunos de “traka i mukadó” a troche y moche.
Todo acto tiene su o sus consecuencias. De ahí que sea fácil identificarlos por sus tallas desmedidas, sus panzas en expansión o su papada galopante.
Y luego están los “jefes uraños” que son los que tienen conflictos con to dios de la administración, y que se han visto reducidos a un espacio vital que es su oficina. Enclaustraos por su asociabilidad patológica y su conflictividad apabullante y constatada con el tiempo.
Normalmente estos viven dentro de sus “peceras”. Las peceras se encuentran dentro del departamento que comandan. Es decir, están metidos en una habitacioncita con ventanales, que les separa del resto de burócratas, a los que contemplan y controlan con la rabadilla del ojuelo de vez en cuando o todo el rato, según su nivel de ociosidad.
Si uno es observador, o mejor dicho, no le faltan ojos en la cara, podréis identificar lo que sigue a continuación.
Los uraños, como no tienen amigotes con los que desayunar fuera, buscan reafirmarse dentro. Dentro de la oficina. De tal manera que suelen vanagloriarse de que no dejan el puesto de trabajo nunca. Pase lo que pase.Que están siempre al pie del cañón, y eso es debido a la cantidad ingente de currito que tienen y a su inquebrantable voluntad de trabajo, de eficiencia y de servicio público, todo ello, dedicado a mayor gloria de sí mismos.
Total, que no salen. Se pavonean por el departamento y tal, mueven papeles como to dios, hacen ver que teclean mucho el PC, y meten discursos al aire, que tenemos que chuparnos los presentes, sobre los grandes logros conseguidos por su jeta, amén gracias de cuando entran a discurrir sobre otros asuntos más mundanos pero de igual carencia de interés para la concurrencia. ¡Insufrible!
En fin, que si observamos con atención, toda esa pamplinada, no es más que eso: pamplinada bufa.
Irse a desayunar fuera, no. Pero eso de que no comen nada durante 8 horas, desde que entran hasta que salen a las 15 horas de la tarde, ¡nanai de la china, titu!
Como digo, si tenemos interés en saber lo que realmente hace el jefasu uraño, dediquemos parte de nuestro tiempo libre currantil a vigilarle. Como hace él. QUIT PROCUO.
A través de su ventanal, veremos su cuerpecillo y cabezón (o cabezona, claro) enhiesto, plantificado ante el ordenata, y aposentado en su sillonazo, con la mirada perdida en el fondo de la pantalla de 17 pulgadas o más.
En un momento dado, si parpadeamos, puede ser que de repente, esa imagen desaparezca de nuestras retinas. ¿Ande se ha metido?¿dónde está? Volveremos a mirar en dirección a la pecera, y nada. No está. Miraremos hacia el pasillo que conduce fuera del departamento o hacia el lavabo, escudriñarás las otras mesas y cubículos, pero no le verás. No se ha ido. Es físicamente imposible que se haya volatilizado. No puede ser que esté fuera de la oficina. Pero, entonces, ¿Ande se ha metido?
Pues efectivamente. Si usas unos prismáticos o te acercas a la pecera con sigilo, podrás verle. Ahí está. Está ahí. Está dentro, sentado, como encogido sobre su regazo, y con un movimiento de cabeza parriba y pabajo, poco menos que sospechoso.
Inacertadamente pensarás que “se la está comiendo” en solitario (ris-ras), pero eso será falso, …. Al menos, casi siempre.
En realidad ese movimiento sube-baja, será debido a un hecho más prosaico. Se estará zampando uno de los dos petitsuís, o el yogur de frutas del bosque del Mercadona que sabrá traido de casa. Porque es ahí donde compran todos estos “Trileros del poder burocrático”. Bueno no. Algunos, cada vez más, van al Lidl, el PLUS y todo lo que huela a rebajilla. ¿Será que no les da el sueldo?... ¡amos hombre! Otra versión de lo mismo, filón desayunístico de féminas jefazas, consiste en el deglutir de frutitas frescas o de Actimel líquido.
Pos sí, un nuevo misterio resuelto por tu sagacidad, y porque lo habrás leido aquí. Punto pa ti.
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Tenemos al “funcionario del grueso vulgo”, que son la mayoría.
Este grupo se organiza los desayunos, a mejor acomodo de sus necesidades personales, y a las necesidades colectivas del lugar. Especificamos un orden temporal fijo para distribuirnos la secuencia temporal del desayuno (cada turno dispone de 20 o más minutos de librealbedrío), a fin de coordinarnos con el resto de compañeros y “no dejar solo el barco oficinesco”.
Así que se montan turnos. En tales turnos, dos o más compañeros del mismo departamento se piran juntos a desayunar, a celebrar en COMUNA ese acto que no es más que una continuación de otros muchos, y que en su conjunto, forjan el alma del ESCAQUEO GLOBAL FUNSIONARIL. Adicionalmente se encontrarán con otros “funsis” de otros departamentos o incluso de otras administraciones. Coleguitas de armas.
Como digo estos grupúsculos funsionariles, dejan el currito y acuden al bar del centro de trabajo (si lo tienen), aunque, seamos sinceros, la mayoritaría, se piran fuera del ayuntamiento, para dirigirse al bar de la esquina.
Las funsionarias, no es ningún secreto, porque luego se van de compras o a empaparse de escaparates. Je, je.
A ser posible, el barucho será el más baratito y en consecuencia lo más cutriférico posible.
Este último criterio de elección, es el predominante entre la categoría de funcionarios llamados “machos-catalanes-torrentianos”. La mugre, el mal servicio, el estado patético con el que te sirven el café o la pastita a engullir, no es suficiente freno para salir pirando y no volver jamás a ese infierno culinario, siempre y cuando no se produzcan bajas mortales” entre sus huestes”, y sobre todo y ante todo, el precio de lo consumido, esté tirado y que cada año “no suba más allá de lo que marca la inflación”.
Dentro de todo funcionario machomen hay un hombre agradecido a la Obra Maestra Torrentiana de nuestro amado y glorificado Santiago Segura. ¡Va por ti, maetro!
Las funsionarias son más elitistas, pero en este campo no pasan de lo estético. El estarsistem de lo Kitch sobrevuela el mundo burocrático aunándonos en lo cutriféricio. Con lo cual, van a los mismos lugares que los FunsiTorrentmachomen, o en todo caso a la FLEQUERÍA-PANADERIA de turno más cercana, con menos humo, y más delicatesen, pero que al igual que aquellos, su gasto se ajusta como un guante a un presupuesto base, bajito, bajito.
No olvidemos que esta operación alimenticia deberemos repetirla muchas veces a lo largo del año, y eso duele. Jode.
¡Les propongo un juego!
Me calculan su gasto anual en desayunos, y verán que se están comiendo de promedio al año el equivalente a un equipazo de DVD Home Cinema de últimísima generación con los mejores bafles del mercado, los Bosse (ellos), o un vestido de ensueño de pedrería para fin de año (ellas). ¡Al loro con el tema!
Amos a ver si con esta revelación recóndita, más de uno, se me lo va a repensar, y va a ir arrepintiéndose de las carcajadas a troche y moche vertidas al amparo de la lectura del dibujote visual del raritongo “funsialbal”, y acaba formando parte de sus huestes marginales de aquí en adelante. Ya se sabe que los comportamientos humanos son volubles, y los de los funsis, voluvilísimos.
Y no se olviden: la pela es la pela, neng
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