BUROCRASIA FIU, FIU

Se sabe que cuando una mujer quiere llamar la atención suele lograrlo. Me lo contaba el otro día un coleguita del currele. Estaba él protagonizando una de esas actuaciones típicas de machito apañol, apalancadito delante de la tele, arrullado en el sofá grande que te cagas del comedor, sin mayor urgencia vital que matar el tiempo que faltaba para visionar uno más de esos estelares encuentros que nos viene ofreciendo este Mundial de Alemania 2006.

Estando ahí con las pelotas virando pal sielo, oye por detrás de su apalancamiento voluntario, una serie de sospechosos ruiditos y movimientos que sonaban a “Brigada en preparación, no te quedes fuera de la acción”.

Efectivamente. Su señora y esposa se hayaba en pleno delirio de “mujer ociosa, peligro inminente; algo tengo que hacer, algo yo haré”.

Pero ¿el qué? Al parecer tocaba movilizar muebles, sillas, una escalera de mano, unas brochas y tarros de pintura. ¡Si sólo son las 16 horas y equis minutos de la tarde! A esta le pica el chichi más que a mi perro una garrapata, pensó mi coleguita.

El surrealismo hogareño parecía apoderarse de su casa. Un akelarre tendré que mandar, si tales ruidos no paran de fastidiar. Embotado aún por la siesta a la que había sometido a su cuerpo serrano nada más acabar de comer, el coleguita no daba crédito: su mujer en “campaña chapuzas”. Todo resultaba surrealista, fuera de lugar.

Tiene guasa... ¡Con el calor que hace! Paso de decir nada. “Calladito” es mi mjor perfil. Así fue, y así actuó. No tocaba truncar la creatividad o coartar la iniciativa femenina, no fuera ser que de rebote le tocara pringar en menester no querido y menos deseado, fuera el que fuera, el que tuviera licenciosa y activa a aquella buena mujer.

Sin embargo, cual fue su regocijo cuando, a pocos minutos de empezar el partidito de su corazón, desvió levemente su mirada al lateral donde su mujer había empezado su actividad, y encontrose lo inesperado. Un fuerte olor a pintura fresca le atrajo la atención de las pituitarias de la napia: el repintado del comedor estaba en marcha, sin más noticias para él que las imágenes que contemplaba. ¡Y qué imágenes, amigos!

Como hemos apuntado el calor era sofocante. El verano en plena ebullición, la tele con doce horas de servicio en activo, ardiendo en un comedor con las persianas a cal y canto, y sin más ventolera que la de un vetusto ventilador de media asta.

¿Cómo podía hembra en su sano juicio actuar en verano como un pintor profesional dado el contexto de su acción? No podía ser. De ningún modo. Total que la mujer ahí subida, en la escalera de cinco peldaños, estaba despatarrada mirando al techo como Miguel Angel a su Sixtina, con la brocha palante-patrás, pintando el techo. En bragas. Sin pantalones, sin faldita, sin jersey, sin sujetador. En bragas. Puntualizo, en tanguita.

Uno, “el morcillo”, también en el sofá, con la guardia baja y que estaba más agilipollado que mi amigo, se entroncó a las primeras de cambio. Vos cha mentiende....

¡La virgen con la Josepa! El partido perdió gas ante tanto encanto familiar: Los nenes de colonias, la agüela en la residencia de día, el tío Paco veraneando con el INSERSO. Él y ella. Ella y él, y la brocha y el tanga. ¡La pasionaria que me despierte con uno de sus discursos, que satreva y me despierte,... que me la como!

Enfrente, fútbol. A la diestra, una porno sin codificar. El fúmbol, el polno casero, el fumbol, el polno. ¡No daba abasto el nene! Total que va su equipo hace una jugada de antología y..... “gooooool, gooooool!”.

Él salta excitado y canta la victoria que ha de venir, pero no puede más. La mujer ahí, con la brocha, dando al manubrio, dando caña al techo, como si nada, como si no hubiese tensión, ni buena, ni mala. Sin tensión sexual ni na. ¡La hostia! Que los míos han marcado y tú estás en cueros, provocando al personal indefenso.Esto se llama en toreo “citar al astado”. Para que te entronque, digo. Y claor, no pudo de ser otro modo.

La josefa tuvo que parar la obra, porque aquel hombre y su tercera pata estaban fuera de sí. Y ni fúmbol ni goles, ni pepeleches. Al asunto y con vigor.

En fin, estas son las historias del Mundial. Las colaterales. Se pone el fumbol pol medio, la mujer se pone tonta, “que no masencaso” y patapamba. Te plantan la OBRA delante y tú que no te contienes.

Salute y forsa al canute!