En mayo se huele cerca el objetivo veraniego, pero nos quedamos con la Primavera y todo lo bueno: las alergías, el polen, y la amenaza de Gripe aviar o del pollo mareau.
Las carencias afectivas de muchos, no tienen porqué distraernos de los males de otros, o bien de sus aburrimientos supremos. Aquí tenemos alguna historia al respecto de lo dicho.
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INDICE FUNSIVIDA BUROCRÁTICA |
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DESAYUNO FUNSICHARLA |
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FUNSILUNES |
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TUFOBUROCRÁTICO |
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REVIENTATIEMPO |
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MANDAMIENTOS FÚ |
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DESAYUNOS FÚ |
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FUNSIORGULL |
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BURÓCRATAS |
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FUNSIMODELO |
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... Y MUY PRONTO, |
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El aburrimiento, no tener dudas sobre el puesto de trabajo, falta de mejoras profesionales a corto, medio y largo plazo. La desidia nos atropella.
¿QUÉ HACER?
LA VIDA PROFESIONAL DE LOS FUNCIONARIOS es un devaneo constante con la rutina y la falta de proyecciones laborales atractivas.
El horizonte temporal es indefinido. El paisaje circundante, aterradoramente aburrido y rolliáceo. Abrumadoramente atroz y boludo. Un desierto en emociones y perspectivas.
Bajo la batuta del sopor, de la extrañamente maliciosa seguridad de que nada pasa, de que nunca pasará realmente nada, el funcionario, cada día, al presentarse en su puesto de trabajo, se prepara para quemar como sea sus 8 horas (o menos) de currito.
Y sin dar muchos tumbos, éste constituye el SUMUNS de la aplicación del potencial neuronal del funsionario, del desarrollo de su creatividad y su picardía. La locura, en caso contrario, espera a la vuelta de la esquina.
Determinar “el CÓMO MATAR EL TIEMPO, y no kaskarla en el Intento” se configura como el leif motiv del ser o no ser del funcionario en su puesto de chupatintas.
De ahí que laten en el aire preguntas que buscan respuestas:
¿De qué modo y con qué acciones puedo justificar mi presencia en un puesto de trabajo, cuyo currele, puedo ventilar en un par de horas diarias a poco que acelere, cuando en realidad tengo que permanecer mucho más tiempo? ¿nadie se da cuenta que sobro?
¿Cómo conseguir que el tiempo pase más rápido, o en todo caso, que no me atropelle en estado de descomposición aburriticia? ¿Cómo?
¿Qué puedo y debo hacer para no volverme majara de tanto”no hacer nada”? ¿con sudokus, crucigramas, papiroflexia?... ¿con qué?
Al son de " Estoooo … estoooo… ¡esto me suena!¡esto ya lo he vivido!… Es la misma mierda de ayer... y ¡ojito!... hoy, no es el puto día de la Marmota, ni me llamo BILL MURRAY, y sin embargo, ¿protagonizo “Atrapado en el Tiempo
Para lograr redireccionar correctamente las energías del funcionario e impedir vivir en un continuo “dejavú tururú”, nada mejor que seguir las consignas dejadas y practicadas por millones de funcionarios, ahora ya jubilados.
Esas memorias constituyen un recopitalorio de sabiduría fresca e intemporal que resta recopilado en el fabuloso, prestigioso y fecundo libro de cabecera “El DECÁLOGO SIN FIN del FUNSIONARIO ESPABILADO”. Obra maestra.
Nos aconseja entre otras cosas, lo siguiente:
UTILIZACIÓN INTENSIVA DE LA TECNOLOGÍA
Los cacharros locos de este mundo tecnificado.
El teléfono fue una bendición, pero Internet es la nueva panacea del mundo moderno.
Internet y todas sus herramientas: la web, el mail, el Chat, la videoconferencia... ¡todo!
La tecnología al servicio del funcionario.
EL TELÉFONO – Uso a discreción
Es el gran escapista. El vehículo clásico de comunicación del siglo XX arribado al XXI como si fuera un chavalote en pantalones cortos. Un iogurín, y con muchos años vida por delante, para ser empleado, explotado y estrujadas sus virtudes por el funcionario de pro.
¡Viva Graham Bell!
Con el teléfono, contactar con el mundo exterior, y evadirte, es todo uno.
El tipo de llamadas configura universos propios y distinguibles. Entre ellos encontramos:
Las conexiones a teléfonos relativamente cercanos:
La llamada a la Churri
Sea novia o esposa, los contactos telefónicos se producen como una letanía cada hora, para ver cómo van los estudios, cómo está de preparada la comida, que qué tal los nenes, que si ya ha sacado la ropa de la lavadora, si me has encontrado las llaves, “que sí, que sí que ya he tirado la primi”, y tararí, tararí que te ví, y hasta el infinito.
Las conversaciones mantenidas, rayan la simplicidad del mecanismo de un chupete. Su duración es tan consistente como los mensajes: Cortos y constantes en su extensión temporal. Unos dos minutejos y colgamos.
Esas llamadas adjetivadas de “rutinarias”, pasan con el tiempo a ser necesarias. Absolutamente necesarias. Se convierten en un sustitutivo próximo al bostezo, o al despereceo “estira-los-brazos-y-tira-la-cabeza-pa-tras-que-me-rompo-o-va-a-ser-que-no”.
Así de simple.
La llamada a otra coleguitas burocráticos
Pa cascar, pa comentar las cosas que importan, como el fútbol, las compras, las cosas del corazón, y etecé.
Las llamadas de currito, son justamente la excusa perfecta para charlar de casi todo, o de casi de nada. Normalmente, permiten apreciar como está el termómetro de rumores por el recinto funsionaril y soltar tus propias versiones sobre los temas candentes, meter cizaña o rajar sobre tal o cual funcionario: “y fíjate lo que hizo, o qué le hicieron” y patapím, patapám.
Las llamadas de recados
Al taller, al lampista, a la tienda donde encargaste la cortina, al médico, al dentista, a….
Hay otras llamadas que se llaman “De ahorro por cojones”.
Consiste en reservar llamadas que por lo general debieras efectuar desde tu móvil o teléfono fijo personal, pero que pensándolo bien, en el currito te salen gratis, y encima, por el mismo precio, te permiten seguir quemando minutos en este día de solana en el exterior, y de nubarrones en la oficina.
De este modo puedes contactar con Telefónica para cagarse en sus muelas porque no te va el ADSL, te han cortado “sin querer” la línea, te han cobrado un servicio que no usas, o no hay manera que te den de baja para irte al Wanapeig o al Jazztelo-tú-mismo.
Otras opciones consisten en cotejar la oferta del Seguro ese del Puercoespín que visionaste en un anuncio de la tele, o reclamar la devolución de unas comisiones que te han encasquetado los del banco de los cojones. Y amparándote en la salud de tu familia, pedir hora pal dentista de la nena, que te ha salido con los dientes más separados, tiñosos y feos que los del Golum de los Anillos Wandefú.
En fin, que hay que rentabilizar la línea, que pa eso sa puesto a tu disposición.
La llamada a “la mama”
Si eres tío, hay cosas, que nunca cambian. Aunque te cases, o especialmente por eso.
Y otras, muchas otras.
También están las llamadas de mayor duración y/o a larga distancia.
Las llamadas a los colegas de verdad
Estos están en Segovia, en Matadepera o en la Cochinchina. Estudiaron contigo en la facultad y quedáis dos o tres veces al año. Vuestro apego es fuerte y consistente, a pesar de la férrea oposición externa. Ahí es ná los intentos desintegradores de vuestra amistad orquestados por vuestras respectivas mujeres para que os vayáis olvidando de los encuentros anuales. Gracias a dios que aún existen hombres y robustez de espíritu a prueba de nenazas.
Y es que ya puede llover. Son tus amigotes, tipos de los que no puedes cortar el cordón umbilical. Son algo así como el comodín del recuerdo de tu infancia, de tu juventud. In definitiva, que te recuerdan que en tus buenos tiempos, amén de menos papada, mojaste mucho más que ahora. NOW, estás casau.
“Hombre casau, hombre cardau”
Desde aquí, un sentido homenaje a las pichas caidas en matrimonios irracundos.
Las llamadas al amante
Son otro campo abonado al dispendio del Erario Público. Ahí sí que el sujeto dedica minutos, decenas de minutos, y si me apuran, horas. Porque se entiende que se llama por “plasé”. En las telefonadas al amante se comenta el polvote más reciente, se planifica el encuentro, y se concreta “la pinochada” para dar esquinazo al pariente o la parienta de uno, o del otro. ¡Qué bonito!
Toda una vida de mentira tiene su continuidad auditiva a través del teléfono.
El pendoneo y el flirteo por teléfono son técnicas que seducen incluso al más tímido de los mortales. El teléfono, como el mail, permiten empotrarte una máscara en el careto, una capa a lo sayo por el cuerpo, y de buenas a primeras, apareces ante el mundo como un Al Capone, o un Morrudo de cojones. A su vez, simular la voz del galán de Gavilanes u otras memeces interpretativas provocan estudiados resultados en el interlocutor, traducidos en ensoñaciones lacivas al otro lado del auricular.
Tener papel higiénico a mano, no resulta ser nada descabellado.
Todo muy romántico y tal. ¡Una maravilla!
¡Qué inventos estos del Bell, de Graham Bell!
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