FUNSILUNES

Junio y su Mundial de Fútbol ponen a prueba la resistencia física de los adictos al balompie. Desde aquí la Web Del Sufrido Funsionario, y su dura existencia clavado a la silla, queremos daros un mensaje de esperanza: tú puedes lograrlo.

¿El qué? Pues que los lunes al sol en la oficina, sean una realidad hoy, esta semana, la siguiente y todas las que tengan que venir.

Besos a las chatis, y un trompazo de compadre a los tíos.

¡VIVA EL FUMBOL!

 

 

INDICE FUNSIVIDA BUROCRÁTICA

 

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... Y MUY PRONTO,
¡¡¡ APASIONANTES FUNSIHISTORIAS IN LIFE !!!

 

 


FUNSILUNES SOLARIEGO...

Era fin de semana. Estaba a gustito, con mi ocio, la familia, y el fútbol. Y va, y llega el lunes para desestabilizar mi organismo. Pos no puede ser. La adaptación de mi cuerpo me exige tomar medidas extremas. No me estoy de aplicar mi medicina contra los Lunes. Con contundenica. Ahí va mi receta...

UN DURO LUNES EN EL CURRELE BUROCRÁTICO

Siesteo!

ESOS FUNSILUNES MARCANDO ESTILO CONTRASISTEMA

Te dejas caer por el currito. Son las 8 a.m.

¡Clávala! No es cuestión de regalar nada. Menos tu tiempo.

Tras soltar el abrigo y los enseres personales en tu oficina (déjate ver por tu jefe), y a por el primer coffee del día. A Sala de Descanso.

Saludar a los compis, y comentar la jornada deportiva del finde, es sagrado.

No te enrolles. Eso luego.

Las 8:25 h. Regresar a tu puesto.

Te despides de los otros becerros por allí hacinados.

¡Válales! Eso les encanta.

8:30h. Antes de entrar en el departamento, oyes el vozarrón de tu jefe, un ñiiiií fuerte y estridente. Te silban los oídos y aún no has entrado. Te giras y a por otro café. ¡Qué coño!

8:35 h. Entras por la puerta, con el cafetito. El jefecito en su pecera, chapado. ¡De puta madrue!

Aposéntate en tu silla-butacón. Enciendes el ordenata, y metes las claves.

Fallas dos o tres veces.

¡Mierda de informáticos obligándote a cambiar las claves cada dos por tres!

Finalmente acudes a Gertrudis, una cincuentona de la oficina. Es como tu madre: se encarga “de tus cosas”.

Te proporciona un nombre de usuario, una clave,... ¡Y por fin estás dentro!

Miras alrededor. Mismamente lo mismo. La misma gente.

Nada ha cambiado. Más viejos, eso sí.

La Manoli tenía un buen polvo en los 90. Ahora es “Maripili” la marchita: se le caen las tetas, el culo, y to.

Te sonríe. ¡Menudas arrugas! La sonríes, y le guiñas un ojo. Le dirías lo de “Guapísima, ¿qué tal el finde?”, pero te lo ahorras, y te rascas los huevos. Porque los tienes.

Giras el tarro a tu derecha. La Merche. Está más payá que paká. Un añete y paga de jubilata. Nunca levanta la puta cabeza. Siempre currando, siempre trabajando... nunca entendió nada de nada de lo qué iba todo esto... ¡Qué estamos en la Administración, empaná!

Te los vuelves a rascar. Los cataplines. Los debes tener a rayas.

Deberías haberte duchado en casa.

- ¡Buá!, ¡Me pica y me la suda! ¿y qué?

 

Semos lunes... ¡Estoy con alta tensión, con stress!

Te incorporas sobre la silla, sin levantarte de ella. Simplemente te reacomodas. Miras la pantalla. El Windows está activo, pero inestable, y Billy “Puertas” Gates tranquilito en su casita de 4.000 millones de pelas.

Te sale la mala hostia al recordar cómo atufa tu nómina de mierda.... ¡Sus muelas!

En situaciones así, la mala leche sólo se drena dejando de currar. Bajando la productividad. Tú no tienes esta opción. Todavía es hora que te actives.

Telediriges la mirada asqueado pal lado. El Josechu. Ahí lo tienes: Enjuto, seco, blanco nuclear, solterón y tremendamente esprimachau:

Y no es que el nene te ponga nirvioso, pero lo del póster con una imagen del “kristo de la Pasión” presidiendo su puesto de trabajo, te produce escalofríos.

Meneas la cabeza. Levantas los ojos pal techo, y te preguntas dande sacan a esta gente los de Personal. ¡La virgen!

Te vuelves a rascar. Ahora el culo. Ris, ras.

Ese bañete, nen, ese bañete…

Abres el outlook. Pulsas “Enviar y recibir”.

Veinte mensajitos, ninguno de currele. ¡Pirula madrue!

Media hora por delante descojonándote con las chorradas que te envían, y contestando uno a uno a todos tus remitentes.

Observas de soslayo la otra bandeja de entrada. La del escritorio de tu mesa de trabajo. Lleno de papelasa, expedientes y “marrones”. ¡Joderrrr!

Acabas el café. Te levantas y a por otro “coffi”. Cinco minutitos de na

Ya son las 9:30 h. y soplas de Puto Aburrimiento. No te quieres astragar.

El jefe sigue enganchado al teléfono, berreando mierda contable que tú, con 30 años de servicio en el mismo puesto, no entiendes ni de coña. Te suena a vasco y tú eres catalán.

Vuelves a resoplar y con los ojos aún achinados observas el PC.

Nadie envía nada. ¡Kaka fullaraka!

Se levanta la Conchi, una de esas chavalitas de la última hornada opositora.

Se acerca a la fotocopiadora, con su faldita corta y se tiene que agachar y ... ¡qué vistas, nene!¡qué vistas!

- ¡Rakatá que te metía, nena!

Esbozas una sonrisa entre viciosilla y sensual mientras te imaginas cabalgando.

- ¡Toma yegua!¡Toma yaaaaaa!

Primarios, primarios. Somos unos trogloditas primarios.

Te das cuenta del “somos” en cuanto tus ojos revolotean en derredor. Ahí están. Otros dos machitos de la oficina con una sonrisita delatora mirando pa la fotocopiadora. Están pensando lo mismito que tú. Mismo molde.

Igualitos, igualitos. Semos todos igualitos.

En fin, pa la calle, a fumarte un pitillo. Físicamente no has “mojado”, pero mentalmente te has salido, fiera.

Ya son las 10h. Así que no hay prisas.

A la vuelta te entretienes en el fax, charlando y se hacen las 10:30 h.

A desayunar.

Aprovechas el descanso pa tirar la Primitiva y consultar el saldo del banco. ¡Ah! Y te vas al taller. Tu moto necesita un repaso.

¡Máxima concentración en el tablero de juego!

Las 11:35 y entrando pol despacho.

El jefe permanece huido. ¡Otro que tal!

Una vez más, tomas posición de tu reino. Apalancas el culo. Te rascas por enésima vez. Ahora el pelo, ¿tendrás piojos? ¡Qué picor la virgen!

¡Buá! Tus ojos se dilatan al mirar la pantalla: “Tiene mensajitos nuevos”. ¿De currito? ¡Nai, Na nai!... ¡Yupiiiii!

Las 12:30 horas y aún no has dado palo al agua.

A por otro cafetito, y a ver qué tal ha ido la Quiniela Comunitaria de esta semana. Vuelves algo decaído de Contratación, los tesoreros del vicio azaroso. ¡Nada, ni un chavo!

En fin, son las 13:20 h. y de nuevo en la oficina.

¡Error de cálculo!, tu jefe te intercepta na más entrar en el despacho. Empieza a hablarte de “Las Bases”, “el contrato del Plutarco S.A.” y del “Anuncio del BOP”. Rezas por ser Beethoven y tener el don de la sordera. No se te concede. Tu cara de astronauta contactando con un Alien, lo dice todo. De ahí que te limites a decir “sí, sí” a todo. Eso descentra al jefecín, que incrédulo, acaba pirándose con su verborrea a kaskarla a otra esquina.

Te duele la cabeza. ¡Qué topada más desagradable, hombre de dios!

A reponerse toca: ¡A fumar a la calle!

El securata de la puerta juega a tenis. Quedas con él para disputar un encuentro. Tarde solucionada.

¡Curro de bebé funsionaril!

Las 14 h menos 10 minutos, regresas al redil. Llamadita a la parienta, para comunicarle que no hay novedad: que está tarde va a ir ella a comprar, a recoger a los nenes y preparar la cena. Antes justo de colgar oyes por el auricular un bramido desgañitado soltando takos.

Cuelgas.

Oyes en el aire una frase gloriosa:

-¿Qué? ¿Vamos a hacer un kit-kat?

¿Quién dijo eso? ¡Ah! Eres tú. Te sientes como el Amelín, el Flautista: embaucando al personal de tu oficina con la recompensa de una dosis cafeínica en la chistera. Bonito, bonito.

A la vuelta, la última media hora se desparrama ante ti. Es sagrada. To el mundo en sus puestos. Nada de dar vueltas. En el departamento es tiempo de ocio. Unos con la vista perdida en el infinito, otros con el crucigrama, la Primi , ellas haciendo la lista de la compra, y la mayoría atacados por la fiebre del sudoku.

“Los minutos paja” caen como hojas secas en un ambiente más que distendido, donde la consigna es “no etoy”. Teléfono chapau, puerta de entrada a la oficina atrancada.

“Quien entra no sale, quien sale no entra”. En fin.

Y así hasta unos minutos antes de las 3, que es cuando el jefe se pira.

La puerta de salida se abre. De par en par. La vida continúa. El mundo exterior es maravilloso, nos espera con los brazos abiertos.

El boli se cae de las manos, rebota en el pupitre y pal suelo.

¡Qué lo recoja su padre!

Pillas los bártulos, te elevas cuasi levitando, te deslizas por el departamento y te despides con un “arrivederchi”. Lunes matau. Uno más.

¡Tachán!

 

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DALT

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