Veamos porque la cosa no es neutra. Que llegue al departamento una becaria preciosa, puede provocar un revuelo de narices, una caida prodigiosa de la productividad (de por sí, tal y tal) y una potente lucha, entre las funsionarias de "Tota la vida" y "la Nueva", y entre los funsionarios machurrones (se activa la ley de la Caza), que les sale la testosterona por tos laos.
In difinitiva. No existe la indiferencia. Se crean bandos, la lucha se desata y la Pax Funsionaril se cuestiona. ¡Mal asunto!
Cuando la becaria es un bomboncete, se genera una división natural en el sino del departamento que la acoja.
Las posiciones encontradas vienen delimitadas por los sexos funsionariles.
Esta dicotomía desatará luchas a saco y a granel entre el personal estable de ambos sexos.
A un lado encontraremos el bando de los macho-man. Acérrimos y devotos defensores de la balquiria recién llegada, entendida como un regalo de la providencia divina, y un acierto de cuidadito del Jefazo de personal. Al efesto, debidamente sobornado.
- ¡Qué ojo tiene el tío, qué lince, tú!
La reacción grupal es mimética. La reciben con cubos para el goteo de baba, y escondiendo la panceta cultivada por el sedentarismo practicante. Estrategias de pseudo-seducción serán desplegadas sin rubor y con un patetismo fuera de serie, ante la atenta y escrutadora mirada de pena y acusación del resto de féminas del departamento.
En la otra esquina, y con mayot ajustado estilo cutrelandia, guantes de arpías entraditas en carnes, cirugías mal aplicadas y con un resentimiento del copón, las woman-funsionarias.
En el departamento estallará la auténtica “Madre de todas las Batallas”. El mayor merdé jamás imaginable en un contexto de sentimientos encontrados a flor de piel. ¡Un infierno en el nirvana funsionaril!!!.
Lo bueno del caso, es que las guapas-listas, no existe. Bueno, sí: como personaje de ficción, sí. Admitámoslo. Así que la becaria guapetona, no será consciente en ningún momento de los dragones liberados con ocasión de su presencia.
La becaria bombón es prototípica: JOVEN y RUBIA. Sobretodo, rubia.
Las morenas causan estragos, pero las rubias nos pierden.
Y hablamos de rubias de verdad. De diosas doradas. Nada de pote, ni de tramelas de barriada con las cejas negras que delatan su teñidismo, falsedad y pinochismo kitch. ¡Son una estafa estética!
Tías falsas entre las falsas, todas ellas a la hoguera.
Nuestra becaria bombón es una auténtica rubia, una hija aventajada de la Monroe, pero de carne y hueso. De verdad.
Las tías funsionarias, entronizarán los dardos dialécticos como mecanismo de dolor dirigido hacia ellos, “los funsis”: soys unos “bobalicones”, “poc criteri”, “mitjapitxa”, etc.
Para ellas, la becaria, en realidad, no tiene culpa de nada.... ¡¿O tal vez sí?!
Lo cierto es que friamente, la nena, bonina es, y eso molesta y ...¡ molesta mucho!.
No hay más que fijarse en ella, en la nenita monina, para ver lo que una ya no tiene o no tuvo nunca: ese bello reflejo de juventud através de sus nórdicos ojos azules, brilla en un rostro inmaculado, recorrido por una larga melena rubia, que no desencaja con un cuerpo, en el que se dibujan unos pechos abundantes, esculpidos por la providencia de la rigidez, y unas inacabables piernas lucidas al arbitrio de una falda por encima de la rodilla, y ensalzadas por esos tacones que reafirman el contoneo perfecto de sus glúteos al final de la escalada, coronando en definitiva, unas carnes recias y odiosamente turgentes......¡¡Maldita zorra!!.
Y encima parece simpática, eficiente y trabajadora....¡Mala pécora!
Hay que adoptar medidas urgentes para contrarestar esta abrumadora realidad.
Y qué mejor que utilizar el único valor en alza entre las mujeres que acumulan años de currito burocrático: ¡¡¡la MALA FOLLA!!!
La utilizan diariamente con sus maridos. Así que aplicarla contra una indefensa e inexperimentada niña-bien y bonita, a parte de ser pan comido, puede resultar una gratificante experiencia cuasi-religiosa.
Es hora de desplegar ardides tales como:
1) No dejarle compresas con alas el primer día de sangría mestrual,
2) Negarle el kleenex cuando le digan que no va a cobrar un duro por las prácticas,
3) Hablar constantemente de la maternidad y de lo guapos, fuertes e inteligentes que son nuestros críos,
4) Rajar sobre lo anoréxicas y enfermizas que son las chicas de hoy, y lo facilonas que resultan
5) Taladrar con lo jodido que está lo del curro, y que se olvide de comprar casa,
6) E insistir día sí, el otro también, sobre “Y vosotros, ¿por qué os drogáis, a ver?. A ver, a ver, vuélveme a contar lo de las pastillitas de colores de la disco...”
7) y bla, bla, bla.
Los machos, por su parte, adoptarán estrategias más constructivas.
Lógicamente, en su provecho egoista y voayerista.
La idea de la colocación y direccionamiento de la mesa y silla de la becaria, de modo que estratégicamente y desde cualquier posición, permita a los lobos funsionariles una visión perfecta de los modelitos ceñiditos de la nena, y en especial, de sus minifaldillitas, es una auténtica obra de ingeniería funsionaril, al servicio de la voracidad calenturienta masculina, presente en el departamento.
No les culpo. ¡Ningún tío lo haría!
Y respecto a los malos rollos con las tías de la oficina,.... pues ni caso, y a cascarla!!!!