La problemática de toda persona reside originalmente en el mundo emocional. Ej: podemos y sabemos sumar con una calculadora; lo único que nos detendrá será el miedo que tengamos al dueño de la máquina. Si el vínculo que nos une con él es de afecto y aceptación la acción estará hecha enseguida; si el vínculo es de desapego, enfado, rechazo, ello nos llevara a retenernos en la acción. Esto puesto en su máxima expresión vivencial cual se desarrolla en los primeros años de la vida, ya tendremos los condicionamientos para toda la vida.
La persona acude a Psicoterapia debido a unos desajustes en el trato con los demás que le llevan a una serie de conductas anómalas que le sumen en la angustia y el sufrimiento moral, social y afectivo. La persona que acude sí sabe lo que sufre. Lo que no esta tan seguro de saber, y menos de quitarse de encima es de dónde viene tales desacatos y el cómo trabajar para extirparlos.
El paciente, dentro de su sufrimiento, y de lo que le cuesta acercarse a un psicoterapeuta, está más o menos cómodo explicando sus síntomas, y en dónde le suceden. En dónde empiezan las resistencias y dificultades es en la pregunta que le hace el Terapeuta, de “¿Me puede explicar con más detalle “esta” situación?”, o “¿Podemos mirarlo”?.. y con posterioridad: “¿Qué sentiste en esta situación?”.
A estas preguntas, aunque el paciente en parte quiera colaborar con el terapeuta, existe otra parte que empieza a poner dificultades para acercarse, ya que el acercamiento engendra al instante un aumento de angustia, y evidentemente de ella siempre ha escapado.
Aunque parezca raro, en todo inicio de psicoterapia, existe por parte del paciente la ambivalencia en el colaborar con el terapeuta y, al tiempo poner difícil el trabajo al terapeuta. Uno quiere curarse de sus síntomas personales, afectivos, sociales, pero por otra parte se resiste dado que enfrentarse a su núcleo originario causante de sus desajustes le producirá una tal afección angustiosa que el paciente huye de ella y de su acercamiento como se huye del fuego. Esto aunque parezca raro y sea contradictorio en sus términos, es un fenómenos totalmente humano, al que el terapeuta tiene que poner todo su saber para trabajar en la verdadera dirección de la curación.
Pues bien, como decíamos en otro lugar, el paciente en el momento de ver sus sentimientos, y de experimentar sus auténticos sentimientos, nota una gran molestia, nerviosismos, enfados, etc por lo que tiende a huir poniendo “excusas” de toda índole.
El Terapeuta, ante esta intensificación de las resistencias (evitaciones de todo tipo) del paciente en ver el hecho concreto de que se habla, ha de estar activo y atento al tipo de mecanismo defensivo que utilice el paciente para poderlo lidiar con éxito.
Estos mecanismos defensivos o de resistencia son muchos. Para poder clasificarlos y que al tiempo puedan ayudar al terapeuta al diagnóstico del paciente, Davanloo y otros, los han clasificado en mecanismos defensivos de distracción interhumana o mecanismos “tácticos”, ej: ser imprecisó, desviar la atención, etc. Otros son los mecanismos obsesivos, de racionalización, discusión, etc. Y por último los Mecanismos Regresivos, tales como en presentarse como víctima, impotente, proyección, etc.
Evidentemente el paciente va en busca de ayuda psicológica, por lo tanto, en principio quiere tener una actitud acorde con las peticiones del terapeuta. La inmensa mayoría de los mecanismos de distracción y evitación del trato de las cuestiones que le formula el terapeuta son o bien caracterológicos, por lo tanto ni acostumbra a enterarse, o bien son evitativos y distorsionadores de la realidad de que se trata.
Una de las misiones del terapeuta, por lo tanto, y principalísimas de este proceso terapéutico es el esclarecer y clarificar este tipo de mecanismo evitativo para que personalidad (el yo del paciente) tome cartas en el tema y deje de utilizarlo. Unos ejemplos pueden ser: “P- me molestó, pero ahora no me acuerdo que es lo que me dijo”. Evidentemente si vamos a estudiar un suceso concreto que le ocasionó un sentimiento y una tensión en concreto y el paciente no se acuerda, no podremos hacer nada y más bien estamos perdiendo el tiempo, por lo tanto alargando el proceso y en definitiva condenando al paciente a seguir con su sufrimiento. Por ello es de gran utilidad decirle que esta falta de memoria no nos ayuda; y que con ella no podemos examinar el tema.
De mecanismos de estos existen infinitos. Los clasifiqué de una manera global en la comunicación anterior (v: INTENSIFICACIÓN DE LA RESISTENCIA EN ISTDP- (2)). En otra ocasión bajaremos a hablar de ellos con más detenimiento.
Hemos de indicar, que el clarificar y señalar al paciente estos mecanismos evitatitvos o evasivos, surge una reacción inmediata de aumento de la resistencia. Ella es fruto de una molestia que experimenta su yo al rectificar una postura dañina que utiliza siempre. Ej.: “P-… quizás si…” , “T- o si o no…”
Repito, con esta clarificación y ahora añadiéndole esta presión, se origina una molestia, por lo tanto un sentimiento y su ansiedad correspondiente. Este nuevo aumento de angustia acentúa nuevos mecanismos evitativos. Esto actúa como en una espiral envolvente y que va aumentando en intensidad. Podríamos decir que la conducta evitativa del paciente se petrifica, cristaliza. El paciente se empeña en su conducta.
Hemos de hacer notar al lector de estos apuntes que la clarificación de estos mecanismos “evasivos” va dirigido al yo del paciente (a la parte más responsable y decisoria), y que la presión (este decirle: “T- .. o si o no…”) va dirigido no contra el yo del paciente sino contra el hábito autodestructivo del paciente, contra su neurosis, no contra su yo, no contra el paciente.
Los inicios de la Associació de Psicoteràpia Dinàmica Breu Intensiva de Tarragona se remontan a 1986, año en que fue creado el Instituto de Psicoterapia Dinámica, de Tarragona por el Sr. Antonio Piqué como Presidente, Sr Josep Ferrer como Secretario y Dr. Olegario Vilar Pascual como Tesorero.
Fue un intento de seguir los pasos de la Asociación Española de ISTDP en la divulgación de la Técnica Intensive Short-Term Psychotherapy del Dr. H. Davanloo (ISTDP) pero centrado en Cataluña.
En el año 2009, por exigencias legislativas, se cambia el nombre por Associació de Psicoteràpia Dinàmica Breu Intensiva de Tarragona, y se renueva también su Junta Directiva. Esta queda constituida como sigue: Sra. M. Pilar Benet Ollé como Presidenta, D. Antonio Piqué Gelonch como Secretario y Sra. Ramona Pallàs Navau como Tesorera; siendo todos ellos psicoterapeutas especializados en la Técnica de ISTDP.
Desde entonces y hasta la actualidad el objetivo de nuestra Asociación sigue siendo la divulgación y el estudio de la Técnica ISTDP. Todo ello combinado con nuestra práctica diaria como psicoterapeutas en nuestras consultas privadas de Mèdica de Tarragona.
Para ello, desde el año 1987 hasta hoy, y sin interrupción, se vienen impartiendo cada año Cursos teóricos a quien desea conocer la técnica de ISTDP, y Supervisiones, tanto en grupo como individuales, para nuestros asociados, así como Sesiones Clínicas.
Esporádicamente se realizan presentaciones públicas abiertas a estudiantes, psicólogos, psiquiatras, médicos y personas relacionadas con el mundo de la salud.
También contamos con una herramienta de divulgación muy útil que es nuestra web www.tarracosalud.com, donde semanalmente se publican artículos útiles para la enseñanza de la técnica ISTDP.
Todo ello, junto con la relación de calidez humana establecida en nuestra asociación, configura un marco muy adecuado para el estudio, profundización y el apoyo necesarios en nuestra práctica diaria profesional.
ASSOCIACIÓ DE PSICOTERÀPIA DINÀMICA BREU INTENSIVA DE TARRAGONA.
Pilar Benet Ollé
Se ha comunicado con anterioridad que el paciente llega a la psicoterapia con dos facetas de su personalidad claramente patentes. Por una parte se acerca voluntariamente para que le ayuden a superar las dificultades y síntomas que le hacen sufrir y le perpetúan en dicho estado psicopatológico. Por otra parte, y a pesar de su voluntad de participar en la ayuda que le va a dar el terapeuta, se acerca con sus hábitos de carácter, es decir, con su distancia emocional, con su terquedad, con sus hábitos rumiativos y discutidores, con su tendencia a lamentarse y hacerse la victima, etc., etc. Es decir una cosa es su voluntad de curarse, la otra es el armazón de su carácter que le empuja en muchas ocasiones a permanecer en su estado de fracaso emocional, personal, social, laboral, etc.
Cuando en otra ocasión dijimos que el terapeuta comunica al paciente, le hace saber, sus mecanismos caracteriales o puntuales tácticos evitativos del aproximarse al punto en cuestión en que se trabaja (“T- con esta vaguedad no nos enteraremos de lo que pasó, en aquella ocasión con su esposa”), ello ocasiona, con frecuencia, una persistente actitud reiterativa en dicho mecanismo, o sea que el Pac vuelve o continua siendo evitativo. Es la forma de reaccionar habitual del paciente. Con este mecanismo continúa evitando centrarse en los detalles del foco, tema que se analiza, y al tiempo perpetúa su hábito maladaptativo de evitar el sufrimiento, la ansiedad o angustia, que le provoca centrarse en dicho foco (caso concreto de su vida de relación con el otro).
Dado que esta situación defensiva del paciente esta paralizando el proceso de curación, el terapeuta se lo comunica abiertamente (“T- si continúa tomándoselo a broma no lo podremos ver con claridad”). Esta comunicación va directamente en contra de los hábitos caracteriales distorsionadores de su salud; el terapeuta desafía estos mecanismos; es como decir a la persona (al yo) que viene por ayuda: (“T- o si o no, decídase”).
Pero cuando este reto y desafío a los mecanismos defensivos del paciente no le hace reaccionar satisfactoriamente, por lo tanto el paciente sigue con mecanismos evitativos, el terapeuta tiene la necesidad de acudir al yo del paciente, a la decisión consciente de colaborar para curarse. Esta intervención del terapeuta la llamamos “Desafío de la Alianza Terapéutica”. Siempre aparece después que las confrontaciones con sus mecanismos defensivos no han surtido el efecto necesario. Es un llamar al “ego” del paciente a que tome partida en contra de sus hábitos evitativos. Se concreta en pedirle cuál va a ser su actitud, su voluntad (“T-que va a hacer con estos mecanismos evitativos?”). Un ejemplo muy simple y salvadas las distancias sería: Muchacho que paga su matrícula para que le instruyan para sacarse el carnet de conducir. En el tiempo de aprendizaje dentro del aula, con sus compañeros, no hace más que hablar, sonreír, fijarse en defectos del profesor o compañeros. El Instructor le llama varias veces la atención (1): “No te distraigas”, ahora vuelves a distraerte”, etc.. Viendo que las advertencias no sirven para encarrilar al alumno en cuestión, el instructor le dice (2): “Con tu conducta no vas a conseguir nada, qué piensas hacer?” Lo primero (1) es un desafío a sus mecanismos evitativos; lo segundo (2) es un reto a la Alianza de Trabajo del alumno.
Como dijimos anteriormente, ante la presión que ejerce el terapeuta en busca de la concreción del hecho conflictivo con todas sus vivencias, el paciente, genera una mezcla de sentimientos hacia sí mismo y hacia el terapeuta. Estos sentimientos son complejos y ambivalentes. Es decir existen sentimientos de enfado hacia el terapeuta, sentimientos de aprecio de poder recibir la ayuda, sentimientos de culpabilidad por sentir en contra de quien le quiere ayudar y culpabilidad por la posibilidad de perder la oportunidad de sanar, con lo que representa también de culpa y tristeza por seguir en el estado de infelicidad y pérdida de tiempo y de vida.
Todo ello, en este momento, representa un aumento de resistencia. No obstante, esta resistencia de vivenciar estos sentimientos, está más dirigida al terapeuta que a la vivencia de los sentimientos que tuviera hacia la persona con la que tiene el conflicto, ya de su vida cotidiana ya sea de su vida infantil, en relación con sus cuidadores. Por lo tanto ahora se trata de una resistencia en contra de la proximidad emocional con el terapeuta.
Este es el momento preciso en que el terapeuta interviene más incisivamente. Es decir la resistencia en contra de la proximidad emocional supone una pérdida de tiempo y ocasión de sanar, y no solo está implicada la faceta neurótica del paciente con sus defensas, sino también su parte más personal, más responsable de su decidir. El terapeuta va a notificar al paciente, de manera educada pero con toda concisión y sin ambages, la situación en que se encuentra. Con dicha situación de resistencia el paciente está haciendo fracasar la terapia y por lo tanto todo trabajo será inútil.
La intervención del terapeuta, llamada por H Davanloo, “Colisión frontal” incluye s/ Dr.HD (I.J.S.T.D.P.; vol. 1, nº 2, págs.: 107-133) poner la responsabilidad en el paciente, hacer una llamada poderosa a la “Alianza Terapéutica” (ganas de colaborar con el Terapeuta) y un mensaje a su inconsciente. Mensaje que incluye subrayar los impulsos destructivos en transferencia, y que en última instancia se redirigen, como efecto bumerang, hacia sí mismo.
La presión y la confrontación directa que hace el terapeuta (T) a la parte más autónoma y de responsabilidad del paciente (Pac), en el ambiente anímico ambivalente de enfado y aprecio hacia el T, origina un debilitamiento de sus defensas y ello permite y predispone al Pac a vivir enfado y rabia. Los sentimientos hasta ahora resguardados son experimentados directamente en contra del T. El desencadenamiento de estos sentimientos son parejos a otros de su vida cuotidiana o del pasado.
Evidentemente, la salida de estos sentimientos, que antes reprimía y por lo mismo ocasionaban mucha tensión, hace que esta disminuya total o parcialmente. El Pac se siente más liberado y por ello sale un aumento de motivación a trabajar con el T para buscar el origen de sus desajustes neuróticos. En esta situación el Pac, que ya ha abierto su mundo interior (sentimientos hasta el momento escondidos), ha movilizado su voluntad de participar, lo que llamamos la Alianza Terapéutica.
La actitud de ocultar su mundo vivencial (rabia y otros sentimientos), no solo impedía la manifestación de sus sentimientos mas originales, sino que al tiempo no permitía al paciente recordar sucesos anteriores ni vivenciar los sentimientos que acompañaban a dichos sucesos anteriores o primitivos, base u origen de su desajuste personal.
Por ello, una vez removidas las defensas con las que ocultaba su interior y expresados sus verdaderos sentimientos hacia el T, el Pac rememora ciertas situaciones anteriores que ayudan a entender el por qué y el cómo se ha ido formando este tipo de personalidad tan desajustada emocionalmente o apartada de los demás y sumida en una profunda soledad y aislamiento.